los medicamentos antiepilépticos (FAE) se utilizan cada vez más para el tratamiento de varias afecciones neurológicas no epilépticas y trastornos psiquiátricos. La mayor parte de la información disponible sobre el uso de estos agentes en trastornos clínicos fuera de la epilepsia proviene de series de casos, estudios no controlados o pequeños ensayos clínicos aleatorizados, y su eficacia aparente requiere confirmación a través de ensayos de fase III grandes y bien diseñados., Con respecto a las afecciones neurológicas distintas de la epilepsia, La evidencia experimental de la eficacia de los FAE solo está disponible para el tratamiento de pacientes con neuralgia del trigémino, síndromes de dolor neuropático, migraña y temblor esencial. La carbamazepina se prescribe comúnmente como tratamiento de primera línea para pacientes con neuralgia del trigémino. La Gabapentina se ha comercializado recientemente para el manejo de síndromes de dolor neuropático, particularmente neuropatía diabética y neuralgia postherpética. El ácido valproico (valproato de sodio), en forma de divalproex sódico, está aprobado para la profilaxis de la migraña., Primidone se puede considerar una opción valiosa para el tratamiento del temblor esencial. Los DEA también se utilizan para tratar enfermedades psiquiátricas, en particular el trastorno bipolar. Hasta ahora, los Dea más comúnmente utilizados en el tratamiento de este trastorno han sido la carbamazepina y el ácido valproico, que han mostrado una eficacia antimaníaca y un probable efecto estabilizador del Estado de ánimo a largo plazo en muchos pacientes bipolares, incluidos aquellos refractarios o intolerantes al litio. La disponibilidad de una nueva generación de DEA ha ampliado las opciones terapéuticas en el trastorno bipolar., Lamotrigina, oxcarbazepina, Gabapentina y topiramato parecen ser prometedores en el tratamiento del trastorno bipolar refractario, como monoterapia, así como en combinación con estabilizadores del Estado de ánimo tradicionales. Además, los Dea más nuevos parecen tener un perfil de tolerabilidad e interacción farmacológica más favorable en comparación con los compuestos más antiguos, por lo que mejoran el cumplimiento del tratamiento.